Cuando nos ponemos a estudiar narrativa para cómic, resulta imprescindible conocer de dónde viene ese código comunicacional que nos permite entender y disfrutar de una novela gráfica hecha en cualquier parte del mundo.
Y en todo este aprendizaje, en ese descubrir conceptos como el movimiento, tiempo o ritmo, que en gran parte nos ayudan a secuenciar nuestras historias, llegamos a la conclusión de que todo parte del arte más antiguo que conocemos: el de narrar o contar historias.
Todos recordamos la secuencialidad en las escenas de caza halladas en las cuevas rupestres, aquellos jeroglíficos egipcios (en gran parte responsables del simbolismo iconográfico que a día de hoy conservamos) o, desde una perspectiva mucho más reciente, la narrativa cinética o el cine. Todas ellas partían de la misma necesidad: comunicar, y a poder ser, de una forma diferente, encontrando nuevos lenguajes y códigos expresivos.
Para mí el aprendizaje debe ser una búsqueda continua, un camino apasionante que nos ayude a redescubrir, a mirar con otros ojos, lo que ya, en algún momento, captó nuestra atención.
Y este principio es el que nos ha permitido remirar, en una clase de guion, una obra como El jardín de las delicias.
El jardín de las delicias. El Bosco ©Museo del Prado.
Este tríptico, pintado por el Bosco en el año 1.500, nos ha ayudado a establecer la relación del cómic con la pintura, una de esas artes de las que bebe y a la vez, redescubre. En él, visualizamos a la perfección esa estructura clásica tan presente en medios como el cine o el cómic. Al cerrarlo, el Bosco nos presenta la creación del mundo, un mundo frágil, acristalado, símbolo de lo que posteriormente, al analizar visualmente la obra, somos capaces de significar y comprender. Un tríptico que, cerrado, hemos asimilado al preludio de la historia que estamos a punto de descubrir.
La primera parte del tríptico, dedicado al paraíso, el autor nos presenta mediante un plano general, la presentación del hombre y la mujer unidos por el árbol de la vida y que nos deja a intuir mediante el simbolismo, el futuro de la humanidad, que no es otro que la parte central de la obra, donde el espectador puede equiparar la lujuria y el placer, a los males que han llevado a la humanidad al infierno.
La parte central es crucial en nuestra búsqueda. Podemos asimilarla a las páginas completas donde ocurren varias acciones en una misma viñeta y que, como lectores y futuros guionistas de cómic, debemos aprender a leer e interpretar.
Si nos preguntamos por la tipología del encuadre, todos dirán que se trata de un plano general que nos relata de forma magistral el pecado. Sin embargo, al adentrarnos, descubrimos que este gran plano general, está compuesto a su vez de distintas escenas como si de un plano secuencia se tratase. Es, en definitiva, la parte central, el nudo de la historia. Aquel que en estructura clásica ocupa el doble de lo que ocupa el planteamiento y el desenlace. Es donde ocurre la trama, donde el Bosco nos presenta lo que para él es el pecado, con unas escenas acompañadas de simbología constante hacia el placer terrenal y carnal.
Y el final no es otro que el infierno, la parte final de la obra. La historia se torna oscura, los colores se apagan y todo acaba por recrear una historia que, como sabemos, no tiene un final feliz.
Pero con el Jardín de las Delicias, también hemos podido ilustrar la relación entre las viñetas a toda página y a todo color como esta de La liga de los hombres extraordinarios de Alan Moore (Planeta cómic, 2016), y la forma en la que, como devoradores de este noveno arte que es el cómic, nos enfrentamos a una escena cargada de simbolismo, composición y perspectiva.
Para ello, y siguiendo las bases sobre el lenguaje del cómic que estableció Will Eisner, hemos entendido que, gracias a la forma natural de lectura (izquierda a derecha y de arriba abajo), lo que vemos y/o leemos antes, ocurre antes. Y que lo que ocurre antes se presenta con colores menos intensos y apagados, con el fin de relacionar la falta de saturación con el recuerdo o el pasado.
El tamaño de los personajes y elementos que aparecen en la viñeta y, por ende, también en el tríptico, también nos permite establecer esta correlación de los hechos relatados. Lo que aparece en primer plano, es lo último que ocurre. Todo está orquestado de tal forma que el espectador/lector pueda captar, absorber e incluso impregnarse del símil entre el arte pictórico y el cómic, con el fin de entender un poco más y mejor, cuál es ese medio con el que hemos decidido contar nuestras propias historias.
Y es entonces, cuando todo cobra un nuevo sentido y un nuevo significante en todo este camino.
Rocío Troya. Módulo: Guion y estructura narrativa.